
Situémonos: último día de entrega de la declaración de la renta (alias impuestos), 9:20h de la mañana en las oficinas de una entidad bancaria en Barceloneta city. Aquí, servidora haciendo la esperada cola de rigor para entregar la documentación pertiente y estar en paz con el 'fisco'. Paciencia es mi máxima para lo que me falta por esperar.
Pero, he ahí que un par de señoras de más de setenta años se han materializado en el mismo lugar para hacerme muchísimo más agradable la espera e, incluso, arrancarme más de una sonrisa interior, que al final ha acabado por salir al exterior inevitablemente.
Las señoras A y B, oriundas de Andalucía la una -con toda esa gracia innata en el hablar que la caracteriza por ello- y la otra ni idea, pero ambas residentes en mi barrio. Antes de proseguir diré que, para quien lo desconozca, Barceloneta es un barrio de Barcelona que más que perteneciente a una ciudad, parece respirar una vida de pueblo que me encanta.
En fin, las dos señoras A y B, que no se conocían hasta la fecha, se han visto unidas por la espera y, puesto que aguardaban sentadas en una butaquitas del Banco, colocadas a modo de tertulia, han aprovechado la ocasión y han empezado a charlar animadamente. Y, ante mi sorpresa, en vez de hablar de la artritis, de la Pantoja o de Coto Matamoros (si no sabéis quiénes son, mejor para vosotros), han empezado a relatar la actualidad del día cual agencia de noticias internacional.
Al minuto, diría yo, para ser más exactos. Y he flipado, porque sabían que la chica del Gregorio Marañón afectada de gripe A ya había fallecido después de que le hicieran la cesárea ayer mismo, sabían que en Italia había habido una explosión de gas o que Zelaya iba a volver a Honduras el jueves. Geniales.
Y resulta que como últimamente estoy ejerciendo de nuevo mi labor de periodista, estoy siguiendo de cerca la actualidad, y me he visto a mí misma siendo ellas, sentada, y charlando junto a las señoras, dentro de 40 años. Y me ha gustado la visión. Estas señoras eran lo más.
Total, que las historias de la vida corriente, de la vida diaria, son las que de verdad nutren la actualidad, son las noticias reales. Las que, por lo menos a mí, me dan esa energía suficiente que me hace sentir que estoy aquí y ahora, presenciando algo que vale la pena.