Volvía ya para casa tras una nueva jornada de Sant Jordi, en la que lamentablemente no había podido disfrutar del callejeo y vagabundeo entre paradas de venta de libros y rosas. Pero el día fue bastante literario, porque volví a comenzar un taller de escritura creativa, donde, dicho sea de paso, me reencontré con antiguas alumnas y con algún que otro nuevo reto. En fin, que ya era de noche y volvía a casa con las manos vacías. Vacías de libros recién comprados para la ocasión, pero con un montón de volúmenes de relatos y de didáctica de la escritura en el bolso.
Y vacías también de rosas recién regaladas. Pero no iba triste, todo lo contrario, porque ayer me reconcilié con esta fiesta tan catalana, tan literaria y tan poéticamente romántica.
En realidad, iba pensando, recordando, otra noche en la que un desconocido me había regalado una rosa porque sí: no era ni Sant Jordi ni ningún día especial, y él me la regaló. Y me gustó el detalle y pensé que ese día era tan especial como cualquier Sant Jordi, incluso más.
Pues sí, mientras iba recordando con una sonrisa exterior aquel momento, alguien me llamó: "Ps, ps. ¡Oye, chica!". Como es normal en mí, los extraños suelen abordarme y hablarme, por lo cual, suelo responder. Mientras seguía caminando, le dije:
-Hola.
-¿Cómo estás? ¿Y la rosa?
-No tengo, pero no importa -y seguí mi camino, sonriendo.
-Ven. Pues toma: he estado esperando a que pasaras tú para regalártela.
Mientras veo la rosa descansando en una botella en mi casa, pienso que aquel nuevo desconocido apareció para confirmarme que el de ayer fue uno de los días de Sant Jordi más bonitos que he pasado.
24 de abril de 2009
Rosa rosae
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20 de abril de 2009
Adiós al genio de Ballard
J. G. Ballard se ha ido para no volver, pero nos quedan los inquietantes mundos que creó su mente avanzada a su tiempo, incluso al actual.
Después de ver la magnífica exposición que ofreció el CCCB inspirada en su obra el año pasado, me di cuenta de que mucha de la estética que me atrae -sin saberlo hasta entonces- es profundamente ballardiana. Y como humilde homenaje a este genio que acaba de fallecer, simplemente publico estas cuatro imágenes que me parece que respiran algo de su esencia, sobre mundos decadentes, áridos y sombríos.


Después de ver la magnífica exposición que ofreció el CCCB inspirada en su obra el año pasado, me di cuenta de que mucha de la estética que me atrae -sin saberlo hasta entonces- es profundamente ballardiana. Y como humilde homenaje a este genio que acaba de fallecer, simplemente publico estas cuatro imágenes que me parece que respiran algo de su esencia, sobre mundos decadentes, áridos y sombríos.


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16 de abril de 2009
Perderse de vista pero estar

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