14 de julio de 2009

Llega el momento de las minorías

Desde hoy, y durante el tiempo en que sea la respondable de la Redacción de En Positivo, traeré a mi propio blog los editoriales que semanalmente vaya escribiendo para esa publicación.
Aquí va el primero que reproduzco, aunque no el primero que escribo.

Minorías

La democracia gira en torno a la idea de que la totalidad tiene el derecho de opinar sobre cuestiones que conciernen a todos. Y en función de esa voluntad manifiesta, los representantes populares –elegidos asimismo por el conjunto del pueblo soberano- ponen en marcha acciones al respecto. Una teoría genial que fue formulada, como bien sabemos, en la Grecia clásica y que hasta ahora no ha conseguido ser desbancada por ninguna mejor.

Por supuesto, de ese proceso democrático se deduce como intrínseco el hecho de que no todos tenemos opiniones iguales ni modos de ver la vida y su funcionamiento equiparables. Con lo cual, la globalidad queda subdividida en grupúsculos, unos mayores y otros que quedan reducidos a minorías, que no por contar con un número inferior de adeptos, no significa que no existan. Bien al contrario, esas minorías diversas –como la minoría uigur en China, las miles de etnias amerindias, gitanas, del Indostán, de Asia, Oceanía o África– enriquecen a la gran masa, le confieren personalidad, la alejan de convertirse en una aglomeración informe y la dotan de voces críticas, tan necesarias para que la democracia no quede reducida progresivamente a cenizas.

Entonces, ¿por qué siempre se tiende a silenciar a esas otras voces, por qué nos tapamos los oídos y cerramos los ojos a las millones de otras realidades que hacen de éste un gran Planeta? Sencillamente porque al poder, en todas sus versiones –política, económica, religiosa, de cotidianidad diaria…– no le interesa tener opiniones contrarias que le impidan perpeturase en esa situación privilegiada.

Así pues, debemos ver esta crisis ideológico-económica como la gran victoria que ganar, el momento crucial para que las minorías no desaparezcan, aunque se pierdan algunas batallas en el intento.

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