3 de abril de 2007

Unas risas

La ironía es su armaHay escritores que son simplemente geniales. Y con David Sedaris no puedo parar de reír.
De acuerdo que cada vez me cuesta menos reirme en voz alta mientras leo en el metro (y pensarás: "qué pesada, ésta, con lo de leer en el metro". Pues sí, es lo más emocionante que me está sucediendo últimamente, y con eso queda dicho todo). De acuerdo que desde que rompí el hielo con "Sin noticias de Gurb", de Eduardo Mendoza, y me desternillaba en los ferrocatas de camino a la Autónoma, nada ha vuelto a ser igual: mis viajes en bus, metro, tren, avión o lo que se tercie son infinitamente más divertidos (siempre que esté leyendo algo divertido, obviamente), porque me río a carcajada limpia sin pudor alguno.
Es posible que todos mis compañeros anónimos de trayecto en transporte público piensen que estoy medio lela o que me importa un pito lo que ellos puedan pensar de mí por reírme sola. En este último caso tienen razón porque es así, me da igual si creen que estoy pa'llá o pa'cá. ¡Qué liberación!
Lo mejor es que, muchos otros de esos compañeros se estarán muriendo de la envidia de lo bien que me lo paso con mi querido libro (sí, sí, todavía es el mismo del post anterior: "Mi vida en Rose". ¿Qué quieres? Soy una lectora que se toma su tiempo con cada libro). Y otros de esos colegas de viaje de lo que se morirán es de intriga por saber qué es lo que provoca la risa. Pero nunca nadie me ha preguntado directamente: ahora que lo pienso, eso sería todavía más gracioso.
La verdad es que sienta de maravilla pegarse unas risas sin miedo al ridículo en medio de gente tan desconocida para mí como yo para ellos. Yo de ti lo probaba. A veces, hasta me duele la cara de tanto reírme.

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