No sabes cómo es, no lo ves, pero sientes su dolor fuerte, fuerte, fuerte. El vacío duele.
De pronto se convierte en un gigante negro que lo devora todo, que te asfixia y que te transforma en esa pequeña Alicia que se ahoga en sus propias lágrimas de cuando fue alguien enorme.
Entonces bajas la cabeza, miras tu pecho y lo ves plagado de pequeños huequitos, agujeritos que se van uniendo entre sí hasta lograr un gran vacío que no sabes cómo rellenar.
4 comentarios:
Que bonito!
Un beso grande!
Hey, una vez descubierto tu blog, no he podido evitar cotillear un rato y así me he topado con los Huequitos: un post que llega.
petonets
Un saludito Yago, y bicos mil!
Ahora mismo me meto en tu blog (aunque creo que alguna vez ya lo hice).
Lo dicho, bicos
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