7 de noviembre de 2007

Verle las orejas al lobo

Silueta en negro. Aldealseñor, mayo 2006
Sobresalen a penas un poquito, por encima de las dudas, de las ilusiones antiguas y desdibujadas. Desde hace un tiempo le estoy viendo las orejas al lobo y me siento como una niña pequeña, a quien el miedo paraliza. No sé qué hacer, no sé qué estrategia inventar para dar caza a ese lobo feroz que cada vez se cierne más monstruosamente sobre mí.

Y sigo pensando y pensado, en correr y correr para dejarlo bien atrás y encontrar un escondite seguro en el que refugiarme de él. Pero nunca acabo de empezar a correr, nunca mis planes se convierten en realidad. Y sólo puedo sentir cómo su figura me hace cada vez más sombra hasta que, un día, me desvanezca en la oscuridad.

El lobo, el miedo, casi ha consumido la energía que algún día tuve. Y parece como si ni los viejos amigos convertidos en ídolos por la memoria, ni esos queridos amigos que constantemente me acercan su hombro para que me apoye en él, lograran convencerme de que el lobo sólo existe en mi imaginación.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ánimo superbonita!!! son muchos que te quieren muchísimo. y cuando muchos te quieren el lobo no se acerca.

Judith dijo...

Gracias superbonito!