8 de diciembre de 2007

Homus pericolosus, homus rigidus

Música espontánea en Quibdó, Colombia. Septiembre, 2006
Dicen los indígenas de América del Norte que un hombre que no canta ni baila es un hombre peligroso. Sinceramente, no me fío de la gente a la que no le gusta la música, que no se apasiona con ella.

La sabiduría popular del otro lado del Atlántico también viene a concluir lo mismo que las comunidades originarias de Norteamérica con el dicho: "La música amansa a las fieras". Por lo que se deduce que si los hombres somos animales y los animales, fieras, entonces la música amansa a los hombres. Y llegamos al origen, porque el hombre deja de ser peligroso -esto es, fiera- si canta y/o baila.
Dándole más vueltas al asunto, no cuesta ver más allá y darse cuenta de que, sin duda, la música es el lenguaje universal capaz de traducir y transmitir sensaciones a gente de todo el Globo, rompiendo fronteras culturales, idiomáticas e ideológicas.

A lo mejor, durante las grandes cumbres mundiales de poder debería haber un DJ que, con su música, transformara a los jefes de Estado, militares y demás magnates en hombres no peligrosos que llegaran a acuerdos realmente inofensivos para el resto de la Humanidad.

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