17 de diciembre de 2007

Incendios

Llanto en la pared. Amsterdam, agosto 2007 El arte es como el incendio: nace de aquello que quema.
Jean-Luc Godard

Sólo me queda añadir que estoy totalmente de acuerdo con Godard, porque el arte verdadero, ése que llega adentro adentro, que toca nuestra sensibilidad, con el que personas de lo más diferentes se sienten identificadas, es el que nace de alguna clase de dolor. De un sentimiento que tiene que ver la mayoría de veces con el sufrimiento.

Y si no, pensemos por ejemplo en el amor, que puede ser algo feliz en su variante de emoción correspondida. La expresión de ese amor feliz puede devenir en algo empalagoso, caramelizado y pasteloso. No nos engañemos, suele resultar ñoño: canciones ñoñas; dibujos ñoños de corazones ñoños que decoran postales de San Valetín ñoñas; por no hablar de poemas ñoños.
En cambio, el amor no correspondido, que quema, que incendia el alma, suele desembocar en geniales obras que expresan emociones intensas.

Reconozco que hay numerosos y notorios casos que conforman la excepción a esta regla de correspondencia entre arte-dolor, pero estoy convencida de que los artífices/artistas tienen más de una cicatriz emocional que aún sigue supurando.

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