Si echan a los moradores de Miles de Viviendas de ese edificio de la Barceloneta todos nos quedaremos un poco huérfanos, un poco a la deriva sin lo que ya es todo un icono de nuestro barrio, del ir y venir de la vida cotidiana de este rinconcito tan especial de la ciudad.
Es ya un tópico decir que, normalmente, los vecinos de este tipo de casas okupadas y autogestionadas para usos sociales y culturales están felices con los nuevos habitantes del lugar, porque no son problemáticos y han colaborado a cohesionar la vida del barrio. Y en el caso de Miles de Viviendas y la Barceloneta la historia se repite: los okupas de este edificio son personas sociables, inteligentes y nada conflictivas que han hecho florecer culturalmente lo que fuera un antiguo alojamiento de la Guardia Civil.
Si ellos se van, si les echan, como ya han intentado y están a punto de conseguir, una especie de agujero negro se cernirá sobre la construcción más antigua de la Barceloneta que hoy es un lugar muy especial.
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