23 de mayo de 2007

Maldita montaña rusa

La bajada puede ser como caer por un precipicio del que no vemos el fondo
Hoy toca alegría, ilusión, ganas de emprender proyectos. Hoy es un buen día. Pero hace dos tocó todo lo contrario: desmotivación, no encontrarle sentido a nada, ni a la propia existencia. Yo lo llamo mi montaña rusa personal. No estoy segura, pero creo que casi todos estamos, desafortunadamente, subidos en esa maldita montañita que es totalmente agotadora.
Lo que pasa es que unos soportan el viaje mejor que otros. Ese subir lento y progresivo, fase a fase de la cadena de ascensión se disfruta de a poquito, gozando de las vistas, cada vez mejores. Aunque con la tensión de saber que tras la llegada a la cima -el clímax de la felicidad- nos espera sin remisión la bajada a los infiernos en 0,3 milésimas de segundo. Esa bajada que, de tan rápida, ni siquiera te da tiempo de reaccionar, de ver nada de lo que te rodea, ahogada por la presión del estomágo en la garganta.
Entonces, como siempre, llega la recta final, que es como la tranquilidad que sigue a la tormenta. Y vuelves a la realidad, verificas que continúas entera, aunque mareada y sin una noción exacta de cómo ni por qué has llegado hasta ahí. Asimilas más o menos por lo que has pasado y decides que te mereces un "subidón". Y te vuelves a montar.
Creo que la vida es así, o al menos para mí lo es. Lo difícil es prever cómo afrontar la bajada, prepararse para ella para apreciar al máximo los detalles y así poder disfrutar más de la subida.
Lo malo es que para saber eso, hay que haber dado unas cuantas vueltas en la montaña rusa. Y tener el valor de seguir subida en ella a pesar de que, a veces, uno ya está harto, cansado y se bajaría de la atracción.

1 comentario:

Ana María Arango dijo...

Bueno, es verdad... maldita montaña rusa! pero bendita también. Qué sería de la vida sin vértigo? Ese precisamente es el sentimiento que nos recuerda que estamos vivos. Si no subes y bajas... estás muerto, yo al menos lo veo así.
Se te quiere
Ana