En Colombia, en ciertos contextos y momentos, la gente llama a las mujeres "madre". A mí eso me resulta muy bonito cuando oigo que se lo dicen a las personas ya un poco mayores, porque implica un reconocimiento y un respeto muy sincero.
Pero ahora que una ancianita me lo acaba de decir a mí, "Dios la ayude, madre", me ha parecido un poco extraño porque no soy madre y, sobre todo, porque quien merece todo mi respeto era esa señora que ya ha caminado mucho tiempo por la vida -por la que muchas veces a mí se me hace difícil continuar.
Y como me ha visto escribiendo en mi pequeña libreta -estos apuntes-, finalmente me ha deseado: "Que le salga muy bien su tarea". Gracias, madre.
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